viernes, 13 de noviembre de 2015

Narrativas del dolor

Pensemos que la inefabilidad del dolor se acompaña del miedo, la incertidumbre, la desesperanza, el temor a morir bajo cualquier expresión de violencia en México a las que todos(as) estamos expuestos con los feminicidios, los homicidios, los secuestros, las desapariciones forzadas, torturas y extorsión entre los más evidentes. Este texto se centra en el testimonio de uno de los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, recuperado del Informe Ayotzinapa en http://www.oas.org/es/cidh/actividades/giei.asp realizado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)
El testimonio expresa la forma en que el hermano de un estudiante de la normal de Ayotzinapa enfrenta la desaparición. El lenguaje nos habla de los sentires, las emociones, los pensamientos y su forma de vida a partir de este hecho. Quizá un sector de la sociedad mexicana ha reconocido el dolor de los familiares a partir de experiencias de violencia registrados en la memoria personal y colectiva.
La desaparición y el asesinato de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa en Guerrero, es una de las múltiples expresiones de la violencia que día a día se integran a nuestras formas de vida sociocultural; a nuestros espacios de socialización, relaciones familiares, laborales, escolares que están condicionadas a las instituciones de salud, educativa, familiar, laboral, de justicia las cuales implementan y se rigen con formas de subordinación, de poder, de control, de inseguridad, autoritarismo, de desconfianza. La omisión de varios hechos en la averiguación llevada  a cabo por el Gobierno de México sobre el caso Ayotzinapa exhibe estas formas.

Testimonio
“Yo lo que le puedo decir ahorita, donde quiera que esté mi
hermano, que tenga fuerza y que tenga la esperanza de que
pronto lo vamos a encontrar. Y si regresa mi hermano con vida,
Seré muy feliz, con mi hijo, con mi esposa, toda mi familia.
Lo agradeceré a Dios y a todas las personas que nos han
Apoyado.  Aunque si perdió la vida, igual agradecerle a toda la
gente. Pero debo ser positivo mientras no haya pruebas. Y aquí
debo estar con los padres y luchar, encontrarlos. Y lo único
que quiero decirle a mi hermano, que lo quiero mucho, que no
piense él que lo estamos dejando. Toda mi familia tiene la
esperanza de que regrese pronto. Mi mamá, mis hermanitos
preguntan por él. Yo lo único que hago con mis hermanitos es
decir, que está bien, que pronto va a regresar, que no se
preocupen. Y esa es la esperanza que tienen mis hermanos, mi
hermanita ¿ Qué le puedo decir? Es todo” E 37
El siguiente es un poema  en primera persona del testimonio anterior.
¿Qué le puedo decir?
Mi hermano,
Lo voy a encontrar,
Seré muy feliz, con mi hijo, con mi esposa, con mi familia
Le agradezco a Dios, a  la gente, me han apoyado.
Debo ser positivo, debo estar con los padres, luchar.
Quiero decir a mi hermano que lo quiero mucho.
El reconocimiento del dolor y la distancia entre los hechos
Después de leer el testimonio sentí que el hermano vive la desaparición siendo portador no sólo de su dolor sino también del dolor e  incertidumbre de su familia. Explica  a sus hermanitos la ausencia del estudiante, siento como un hueco, cuando expresa el amor y el afecto hacia su hermano desaparecido. Le da un mensaje: “Lo quiero mucho” aunque exprese la posibilidad que puede estar vivo o muerto.
“Lo quiero mucho”, ésta expresión me llevó al recuerdo de mi hermana Olivia, ella era maestra de primaria y preescolar, murió a los 30 años en un hospital de Toluca del ISSEMYM después de haber permanecido internada aproximadamente seis meses sin diagnóstico alguno, me indigna recordar la atención que le dieron, la información que omitieron los médicos, entraban y salían del cuarto de hospital un médico diferente cada día sin proporcionarnos información clara. No había un médico comprometido con ella, como paciente, como persona, como ser humano con un cuerpo enfermo, con dolencias no sólo físicas, no nos advirtieron de su muerte.  A veces le digo que la quiero mucho, aunque ella no está, la recuerdo, la extraño y lloro, pues teníamos planes y proyectos a futuro como hermanas y también como madres, yo estaba finalizando mis estudios de la preparatoria ella en su proceso de titulación; ambas interesadas en el tema de la educación. Olivia era la mayor de cuatro herman@s, siempre pensó en mis padres y sus hijos, días antes de que ella muriera recordábamos días de juegos, de peleas, de aventuras de cuando éramos niñas, adolescentes y reflexionamos sobre la vida y de la dificultad a la que nos enfrentamos al ser mujeres, madres y estudiantes, trabajadoras.
Ante esa pérdida comprendí que el estado emocional de ella y de nosotros quedó relegado, apartado, excluido por normas, reglas, horarios de la estructura en general de la institución de salud. La cual no se caracteriza precisamente por una atención adecuada, ética y humana con los enfermos. Problemas como la contratación de médicos, una atención multidisciplinaria para un diagnóstico adecuado, un compromiso con el paciente y los familiares, el número de camas para enfermos, un trámite, análisis y la inversión que el Estado proporciona para estas necesidades, medicamentos y tratamientos entre otros aspectos; son factores que intervienen la estancia, el proceso de recuperación y el trato a las y los pacientes que cada día es más deshumanizado.
Cuando perdemos un ser querido, no es fácil aceptar la pérdida. Recordé entonces ese sentimiento de amor y afecto a mi hermana con el testimonio, sin embargo hay una distancia en el sentido del dolor y los hechos del familiar del estudiante y en general de nuestr@s deaparecid@s del país, y la muerte de un ser querido.    
Otra sensación de reconocimiento en el testimonio refiere al dolor de los otros familiares. El testimonio refleja una atención y responsabilidad del hermano ante su familia: busca a su hermano y construye una explicación y esperanza de su ausencia. Me recordó  una ocasión en que viví un hecho violento, el más violento de mi vida, durante  un asalto. Mientras me encontraba en la situación pensaba en mis papás, en el pequeño Gregorio y en Arleth, mis hijos; en ese momento sí estaba aterrada y con mucho miedo de lo que sucediera conmigo pero al mismo tiempo imaginaba y deseaba poder tener una forma de decirle a mis familiares, a mis hijos el por qué ya no me volverían a ver,pues era una de las posibilidades respecto a lo que podía pasar conmigo. De alguna manera me dolía el dolor que ellos pudieran sentir al no saber nada de mí, del hecho de no regresar a mi casa, de no verme y no verlos ya, por otra parte estaba aterrada de lo que me sucedería.
La inseguridad y varios acontecimientos referidos específicamente a mujeres en Valle de Chalco, Estado de México uno de los estados con mayor nivel delictivo continúan y forman parte del escenario violento que se va culturizando.

Por último; la esperanza aparece en el testimonio para hacerme pensar y recordar cómo ante cualquier situación violenta donde la vida no tiene certeza, se vive entre la incertidumbre, el temor  y la esperanza de sobrevivir: en ese lapso los recuerdos, las imágenes,los sueños se hacen presentes, la vida dependen de los agresores que causan ese daño en las diferentes dimensiones del espíritu y de la existencia de los  y las sobrevivientes y sus familiares.



2 comentarios:

  1. Julieta: gracias muchas gracias por la confianza para narrar, pienso que un reconocimiento como el tuyo requiere a su vez otro reconocimiento. No sabía de Olivia, la imaginé contigo riendo y soñando y... nunca tuve un hermano mayor, siempre quise tenerlo, de niño andaba como buscando ese referente, ese apoyo. No puedo saber que significa perderlo/a. el segundo reconocimiento es más intenso, quiero referirme a él por la apertura interpretativa que abre. Si nos preguntamos cómo es el dolor de los familiares de los desaparecidos, una clave es como lo has intuido: están constantemente como atravesando ese momento de violencia, en manos de los agresores, que expresas como "me dolía el dolor que ellos pudieran sentir", un dolor que ya no es para el chico del testimonio agudo (un momento) sino que se ha instalado en lo cotidiano. UN fuerte abrazo

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  2. Emiliano, gracias a ti también por ser participe de mi proceso, los días del taller , las charlas en grupo y la sensibilidad que tejimos se incorporaron y cambiaron algo en mis estados de ánimo y los pasos que doy a diario.!! Abrazos...

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